Es en primavera cuando deja de ser personal y se transforma en común. Ya no recurre a la oscuridad del invierno para obligar a la introspección y al aislamiento, sino que desinhibida y joven se derrama en la geografía de las habitaciones y los cuerpos. Porque es la luz una emoción, es común y es gratuita, y el que creyó que con el paso del tiempo sería menos intensa está huyendo de la luz. Tiene la tendencia a sentir como real lo que cree, cuando sabe que lo personal no deja de ser una forma de alterar la realidad.