Las palabras adquieren al ser nombradas su forma y cualidad. La confianza, por ejemplo, es como un sofá sobre el que una persona se rinde. La casa, los puntos cardinales que le sitúan. La silla, la montaña para pensar, también lo es la ventana, pero un ojo para mirar. Mirar, el punto de vista en el que se es otro. * Está esperando a que le pregunten qué hace, responderá lo que puede. * Bajar a la silla es ser la montaña quieta, sujeta a la base, las manos sobre las piernas. Estar en la mesa es la que piensa, la que pone orden, la que pone la mesa. Subir a la cama es la que muere, dormida confunde donde termina y empieza.