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Mostrando entradas de enero, 2011

La coartada

Foto SP Entra en la Chiesa Nuova el lunes diecisiete de enero después de hacer la compra y el desayuno calentándole el estómago. Entra con normalidad, casi como de costumbre, como si no fuera la primera vez, con impaciencia y desgana. Como alguien a quien el arte sacro no le hace ni cosquillas, como si la belleza y la ostentosidad para la que fue diseñada esta arquitectura religiosa le resultara indiferente. A  pesar de eso entra con cautela, dando pequeños pasos sobre el mármol húmedo y con la extraña sensación de haber llegado a tiempo, de no haberse retrasado ni un minuto. Y en la grandiosidad del espacio que pretende impresionarle, que quiere convencerle de que la fe es necesaria, de que la emoción que provocan sus frescos está medida, de que la luz que entra por las inaccesibles ventanas y enciende las cúpulas está calculada, es cuando comprende que el insignificante hecho de su visita lo justifica todo.

Gateando

Los gatos en Roma son como habitantes de otro tiempo que excavan ruinas y compiten con los arqueólogos. Invaden cualquier piedra, muro o roca y saltan por encima de la casualidad de tu paseo. Te desafían a ti y a tu época, pues llevan gateando por las ruinas muchos siglos. Son siempre los mismos gatos, siempre las mismas ruinas. Ellos han estado todo el tiempo aquí, antes que los etruscos, los sabinos y los latinos.  Antes que la ciudad fuera ciudad y que el derecho de unos pocos humanos a pertenecer a una tierra fuera un derecho. Ahora un gato me observa. Detrás de su mirada hay una historia. Detrás de mis palabras una pregunta. Quizá después de muerta venga a Roma para ser un gato entre las ruinas.