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Mostrando entradas de 2011

Indicios

1.- Esta mañana halló indicios de un poema en el horizonte. Parece que estaba entre el mar temprano y las nubes bajas, pero se le escapó. Por favor, si alguien lo encuentra que lo escriba. 2.- El sueño que interprete a todos los sueños saltará de la almohada a la puerta y huirá sin dejar huella. Como un pensamiento furtivo que para no dejar de serlo se convierte en indicio. 3.- Solo aceptamos indicios de la desnudez, la idea que tenemos de nosotros nos impide percibirla completa.

Bordes deshilachados XI

Quiero estar siempre en esta época porque, en la taza cuando el té hace un fondo, veo a mi sombra. La época de la taza para entrar en el espejo. * Las ideas son de goma y se estiran hasta el borde. No sabes si es el tiempo el que se estira mientras piensas, o son las ideas las que dan de sí en esa curva, al final del paisaje. * Cada persona es una letanía. Lo que discurre por su mente y lo que dice, son dos. Somos una oración particular.

El cuadro

Cuando aparecen los pájaros en la ventana o cae una hoja en la base del árbol, hablas de alguien y en la esquina te lo encuentras. Ahora doblas la esquina y te alejas.

La fotografía siempre es una ausencia

Foto: Salvo Petri Se mueve dentro de una imagen en la que no aparece, en la fotografía de un paisaje en el que no estuvo, algo así como la fotografía de su ausencia. Solo el paisaje, nadie a quien retratar. También puede recortar su silueta y colocarla aquí o allá, en esta foto o en esa otra, pero con la certeza de que nunca pertenecerá. La fotografía siempre es una ausencia en un paisaje ajeno.

Cierra la puerta

Así ocurre a veces en mis sueños: se abre una puerta y entro. La imaginación ha formado un ejército, sublevado a favor del olvido y en contra del desvelo, a patadas me expulsa del sueño. Cierra la puerta. Por fin duermo.

Bordes deshilachados X

Cuando el silencio de la noche se detiene por un ladrido lejano y luego el ladrido lejano se detiene para dejar paso al silencio, parece música. * Fijarme en la forma en la que el sol entra por la ventana es la única ocupación seria que tengo hoy como deber. * Todo lo que sucede es nosotros, pero los detalles en los que cada uno se fija son lo que nos hace diferentes.

Bordes deshilachados IX

Tres veces ha subido a la montaña en lo que va de mes para enseñar la montaña a los extranjeros, como si al mostrarla le perteneciera. * Todos los días a la misma hora se cruza con un desconocido y automáticamente se convierte en la desconocida con la que él se cruza todos los días a la misma hora. *  Cuando el cuerpo está cansado parece que la mente se arrastra sobre un caballo viejo. *  Dejó testimonio de todo lo que pensaba y de todo lo que hacía y para darle sentido se convirtió en un lugar al que se regresa, o sea en un libro abierto sobre la mesa, en el libro que tenía dentro.

Así ocurre en un paseo

Tus pasos y el canto de un pájaro, como el jadeo de un perro y los pasos de su dueño. El sonido de un avión, sordo por la calima, se enreda en las conversaciones del aire. Una conocida en ropa de deporte te saluda con culpa, como si la hubieras descubierto cometiendo un delito. Dos perros que arrastran a su dueño ladran de lo que pesa.

Mapa de septiembre

En el cielo se puede leer que cuando una persona muere se marcha con el viento y que en su viaje escribe cartas como mapas con islas y rayos en el cielo para que se pueda leer. Ayer se marchó Josefina, a noventa kilómetros por hora se puede leer que pasó por la isla y que hoy está dibujada en el mapa de este cielo. Las nubes a la derecha son islas y a la izquierda un sol plano como los antiguos, trazado con poca confianza con rayos y pentagramas tímidos, pero asombroso y nítido.

Bordes deshilachados VIII

Sale de su cabeza media idea y se encuentra en un papel con otra media. Entre las dos, forman la idea completa que ahora lee. * Tiene algo esa casa que le empuja a la silla, le da el bolígrafo y le pone las palabras en la punta de la mesa.  * Se depila las piernas mientras fuma como en una especie de circo de cuarto de baño. * Después de olvidar el mapa en el asiento trasero del taxi fue la ciudad la que le recorrió a él.

Todo por escrito

18 de agosto Ayer leí un texto escrito por alguien veinte años más joven que yo, y no era cualquier cosa,  era el texto que siempre había querido escribir. Me sentí mayor, como si para la literatura como para el deporte hubiera que tener una edad. Luego me reí y salí corriendo. 26 de agosto A esta hora de la mañana el edificio en el que vivo se me antoja como una gran mente que acoge los sueños y pesadillas de todos mis vecinos. Entonces, si ahora salgo de mi piso, como es temprano y aún muchos duermen, seguro que veré por las escaleras  las calles de los sueños. Por ellas bajan y suben los personajes, en fila los del tercero, o la pesadilla con agua de los del quinto. A los míos ya los desperté, por eso sueño.

Diario de ayer

Pongo el despertador a las y veintisiete porque el tiempo no es exacto. Unos pájaros en mi sueño se contaban sus problemas: tocar fondo tiene que ser parecido a tomar tierra. Hoy quiero coger el bolígrafo y sonsacarle todo, como en un interrogatorio. No sé si una palabra viene cuando se piensa. Puede que el pensamiento vuele y la recoja. Escribiré un poema con cara y que a parte de cara también tenga cuerpo para que pueda salir corriendo.

Bordes deshilachados VII

Para que cada vez que llenamos la jarra con agua estemos llenando la jarra con agua se ha discutido mucho. * Se despidió de aquella ciudad leyendo en el sillón trasero del taxi y solo dejó que la ciudad se despidiera de él con el parloteo de las ruedas contra los adoquines.

Conocer

Dijeron que bastaba con explorar una cebolla porque algo que se contiene a sí mismo se parece a la nada y que conocer era eso, nada. Lloraron lo simple y lo impecable. Lloraron pelando la cebolla. Lloraron por nada, dijeron que con eso bastaba.

Las siete en la flores

Se llegó a un acuerdo hace ya décadas. Para llegar a ser flor hay que respetarlo. A las siete contar a los padres, a ver cuántos quedan, ponerles un nombre, por ejemplo árnica y ordenarles el sueño. Porque aunque uno patine y la otra sea un pájaro, van para flor.

Bordes deshilachados VI

Cada mueble tiene un silencio, el que le atribuimos según la posición dentro de un orden, por eso cuando una silla está separada de la mesa parece que habla, narra una ausencia. * Una mujer escribe en la sala de espera del médico. Cada palabra que piensa y traza es el tiempo que transcurre. Las palabras y el tiempo son lo mismo. * Dejar de tener cosas que decir será dejar de existir. No decir nada es el silencio.

Caras en mi ciudad

La mano de una muchacha se aferra con fuerza a la de un muchacho, parece que se quieren mucho, no se separan. Entran en el baño de una cafetería así pegados y luego se les ve salir a cada uno por su lado. En realidad les unía el dulce con el que habían merendado. Corriendo, huyen del empalago. * En mi ciudad, después de una campaña electoral, han colgado en los postes donde sonreían las caras de los candidatos, la publicidad también sonriente de las caras de unos payasos que anuncian la llegada del circo. No sé cuál de ellas da más tristeza. * Me gusta cómo los perros esperan a sus dueños aunque haya algo de amargura en esa espera.

Un paisaje líquido

No te había contado lo de la fotografía porque pensé que desde ahí podías verla: el joven  a caballo ¿ves que lleva una guitarra? Es el testigo y sus sueños, también sus miedos. Y la forma de galopar por un paisaje líquido  con el sol en decorado como haciendo una hoguera es la que él ha planeado para el regreso.

En el bolsillo

Foto: SP En todos lados el sol es el mismo, dices cuando abres el cajón del escritorio y guardas el que llevas en tu bolsillo para los días grises. Desde que los soles se llevan en el bolsillo en todos lados es el mismo, digo cuando anochece y el miedo se viene conmigo.

Poesía

Foto: SP Como cada uno hace lo que puede ella deja de tocar las puertas de madera, pero no de mirar a las personas cuando pasea, parece solo una sobre la acera pero con diez piernas. Incluso ve la silueta de un pequeño pájaro estampada en la piedra donde solo hay una brecha. Ahora sale de su casa sube la montaña, y no permite que la evidencia se interponga entre ellas.

El tono

El tono del canto de los pájaros se parece a los repertorios del arte: avisar del peligro, comunicar que hay alimento y apasionarse con la compañía. Por eso nos atrae el arte como los pájaros.

Noticias de un vuelo

Desde un sueño hasta la puerta de la casa atraviesan el pasillo. Abrazados como a un eje a mitad de camino miran el mapa, saben que el lugar al que pueden volver tiene una marca. Al salir, casi rompen la puerta con las alas.

Agua alta

Foto SP Con la lentitud con la que se camina por el agua alta para no salpicar a nadie, para no resbalar en un descuido, para que el tiempo pueda llevar otro ritmo, va de la ventana a la cama, de la casa al puente, de la puerta al río.  No quiere marcharse aunque desea volver, también quedarse. Por eso está en ningún sitio, como en el purgatorio de una religión a la que no pertenece, como en el paseo por un zaguán desconocido como si fuera su casa, como un explorador en una isla perdida que conoce el camino, pero no vuelve. Porque el lugar al que pertenece es del que se ausenta, pero también a donde regresa.

La antorcha

El ángel que quiere ser la nube en este crepúsculo desde San Miniato no es ángel, ni nube, ni crepúsculo desde San Miniato, es una pareja de ancianos, encorvados y enamorados, que se alejan indultándonos con una antorcha en cada mano.

Revuelo

Foto: SP Una paloma y una gaviota en el aire de Largo Torre Argentina hacen círculos a la misma velocidad para desaparecer de la vista con igual silueta y tamaño, como si fueran idénticas. Tal vez la paloma al ser urbana aspire de la gaviota su olor a mar inaccesible, un mar de metal precioso y gris, pero la gaviota, que también es romana y tiene su nido en el río, está mintiendo al contarle que el mar es su paraíso. Las dos se alimentan del aire, en esta tarde romana, pues se entiende por su revuelo que el hambre las hace hermanas.

Todos los habitantes

Creemos tener bajo control a los sentimientos porque los hemos observado muchas veces, porque los hemos habitado o ellos a nosotros, porque estamos hechos de eso, no lo sé. Pero realmente son los sentimientos los que dominan el cotarro. Ellos organizan nuestra rutina, duermen en todas las habitaciones de nuestro cuerpo, se asoman a la ventana de la casa, con todas sus caras y edades. Tengo la sensación de que las personas que me rodean creen que hablo según un criterio ajeno, y es cierto, hablo según el criterio de cada uno de los habitantes de mi casa.

Bordes deshilachados V

Urban dance , de Kaiker . Siempre que hago el mismo trayecto intuyo mi desaparición. *  Estoy en la distancia que separa a mi cuerpo de mi cuerpo, y en el vuelo circular de las palomas.

Variaciones sobre un monólogo

Foto SP I  Estaba de acuerdo con sus pensamientos solo cuando guardaba silencio. II Me preguntó qué era de mí, cómo estaba, qué tal me había ido, pero no para escucharme, sino para fundar en un periquete su  monólogo. Sin dejarme resollar detalló, con toda exactitud, qué tal le había ido a él. III Solo cuando callaron estuvo de acuerdo con su forma de opinar.

Lume

Indiferente a su vuelo por el tiempo, se distrajo entre los árboles.

Bordes deshilachados IV

Todo está detenido menos la luz. Como si las piedras, la hierba y las encinas hubieran exigido indulgencia. * No es el dolor lo que espanta, ni el gozo lo que calma. El remedio duerme en la tregua entre pedir y obtener, entre tolerar y exigir, entre suspirar y ser complacido.

La coartada

Foto SP Entra en la Chiesa Nuova el lunes diecisiete de enero después de hacer la compra y el desayuno calentándole el estómago. Entra con normalidad, casi como de costumbre, como si no fuera la primera vez, con impaciencia y desgana. Como alguien a quien el arte sacro no le hace ni cosquillas, como si la belleza y la ostentosidad para la que fue diseñada esta arquitectura religiosa le resultara indiferente. A  pesar de eso entra con cautela, dando pequeños pasos sobre el mármol húmedo y con la extraña sensación de haber llegado a tiempo, de no haberse retrasado ni un minuto. Y en la grandiosidad del espacio que pretende impresionarle, que quiere convencerle de que la fe es necesaria, de que la emoción que provocan sus frescos está medida, de que la luz que entra por las inaccesibles ventanas y enciende las cúpulas está calculada, es cuando comprende que el insignificante hecho de su visita lo justifica todo.

Gateando

Los gatos en Roma son como habitantes de otro tiempo que excavan ruinas y compiten con los arqueólogos. Invaden cualquier piedra, muro o roca y saltan por encima de la casualidad de tu paseo. Te desafían a ti y a tu época, pues llevan gateando por las ruinas muchos siglos. Son siempre los mismos gatos, siempre las mismas ruinas. Ellos han estado todo el tiempo aquí, antes que los etruscos, los sabinos y los latinos.  Antes que la ciudad fuera ciudad y que el derecho de unos pocos humanos a pertenecer a una tierra fuera un derecho. Ahora un gato me observa. Detrás de su mirada hay una historia. Detrás de mis palabras una pregunta. Quizá después de muerta venga a Roma para ser un gato entre las ruinas.